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Macedonio Fernández fue calificado por Héctor Murena como el único argentino dueño de su propio genio. El verdadero motivo de frases como éstas, que no son escasas en la fortuna critica de Macedonio, hay que buscarlo en un rasgo muy reconocible, por más rápido que sea el vistazo que se eche a su obra: su excepcionalidad. Pero lo que hace que algo sea excepcional, no es lo mismo que lo convierte en genial. Y a veces, es lo contrario. La excepción de Macedonio se compone de la resistencia in-declinable que opone a cualquier intento de la crítica, lo que hace a ésta un ejercicio que encuentra su razón de ser -precisamente- en la cinchada y rodeo incesante que debe empeñar con su objeto, por lo que siempre está a punto de frustrarse. La genialidad de Macedo-nio, el autor imperecedero de Papeles de Recienvenido, No todo es vigilia la de los ojos abiertos y Museo de la Novela de la Eterna, es la del que se hace notar en el mismo momento en que proclama la su-til innecesariedad de su presencia. ¿Tiene sentido, en el umbral de un nuevo milenio, ocuparse con un escritor metafísico que actuó en un mundo que ya no nos pertenece?

El filosofo cesante, gracia y desdicha en Macedonio Fernandez - Horacio Gonzalez

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Macedonio Fernández fue calificado por Héctor Murena como el único argentino dueño de su propio genio. El verdadero motivo de frases como éstas, que no son escasas en la fortuna critica de Macedonio, hay que buscarlo en un rasgo muy reconocible, por más rápido que sea el vistazo que se eche a su obra: su excepcionalidad. Pero lo que hace que algo sea excepcional, no es lo mismo que lo convierte en genial. Y a veces, es lo contrario. La excepción de Macedonio se compone de la resistencia in-declinable que opone a cualquier intento de la crítica, lo que hace a ésta un ejercicio que encuentra su razón de ser -precisamente- en la cinchada y rodeo incesante que debe empeñar con su objeto, por lo que siempre está a punto de frustrarse. La genialidad de Macedo-nio, el autor imperecedero de Papeles de Recienvenido, No todo es vigilia la de los ojos abiertos y Museo de la Novela de la Eterna, es la del que se hace notar en el mismo momento en que proclama la su-til innecesariedad de su presencia. ¿Tiene sentido, en el umbral de un nuevo milenio, ocuparse con un escritor metafísico que actuó en un mundo que ya no nos pertenece?

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